viernes, 29 de marzo de 2013

No pain, no gain.

Dicen que no hay mal que por bien no venga. Que si no arriesgas, no ganas. Que todo tiene un ying y un yang, una de cal y otra de arena (aunque no sepa cuál es la buena).

Supongo que es cierto. Por ejemplo, en Nochevieja tuve una gran anafilaxis que me tuvo toda la noche en Urgencias y, a raíz de el comienzo de año más divertido de la historia (todo el mundo me miraba como si estuviese en Urgencias porque me había pasado de beber... ¡pero ni siquiera había tenido tiempo de empezar!) me han descubierto una serie de alergias que me hacen bastante complicado el comer básicamente cualquier cosa rica: chocolate, bollos, galletas, mermeladas, frutas sabrosas, salsas... Pero a raíz de eso, he descubierto que de hecho se puede hacer mucha bollería en casa y que, sorprendentemente, me gusta comer sano. ¡Ha! Quién lo iba a decir...

También, tengo ese color de ojos que son más bonitos cuando estás cerca del mar o cuando lloras. Así que, cuando estoy empezando a llorar, antes de que se me deforme la cara y se me ponga toda roja, tengo los ojos verdes más bonitos que os podáis imaginar. No soy una sobrada, os lo prometo, es cierto. Así que supongo que un día iré a Mallorca, me pondré a llorar, todo el mundo se enamorará de mí y acabaré viviendo en algún sitio en el que haga sol todo el año. Llamadme optimista.

No soy demasiado buena buscándole el lado positivo a la vida, he de admitirlo. Soy cínica e hipercrítica y de natural pesimista. Pero aun así, como dijo el sabio, "Always look on the bright side of life".

No sé si os lo han dicho, pero es tiempo de resucitar.


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